Sólo se quebró una vértebra lumbar.
Apareció en el cielo detrás de una inmensa nube negra haciendo remolinos en el aire, se vino en picada y explotó en medio del descampado. El estallido alertó a los bomberos del cuartel de la localidad bonaerense de Ensenada, a 150 metros de la caída. La avioneta, que había partido del Aeródromo de La Plata, ya no tenía ocupantes cuando se estrelló. El piloto, de 19 años, logró tirarse segundos antes del estallido, pero el paracaídas que llevaba no alcanzó a abrirse del todo. Lo salvó un árbol, allí quedó enganchado y siguió cayendo unos 25 metros más. Sólo sufrió la fractura de una vértebra lumbar. En la avioneta también viajaban tres paracaidistas que habían saltado minutos antes. Ninguno resultó herido.
La avioneta, modelo Cessna 180, había partido del aeródromo Tolosa, en La Plata ayer a las 11.55 con tres paracaidistas y el piloto, Fernando Vargas, en uno de los cotidianos vuelos de bautismo que se realizan diariamente en la zona. Diez minutos después, al sobrevolar el Parque General Rodríguez, en Ensenada, luego de que los paracaidistas se arrojaran, Vargas habría detectado un desperfecto en una de las alas de la avioneta y decidió arrojarse.
"Fue un milagro porque quedó colgado de la rama de un Eucalipto, a 25 metros de altura y cayó de a poco amortiguado por el arnés de su paracaídas", relató el suboficial Juan Benítez, uno de los bomberos voluntarios de Ensenada.
Su destino podría haber sido aún más trágico. El joven se lanzó a tan solo 200 metros de altura, una distancia insuficiente para que el paracaídas lograra abrirse por completo. Fue tan riesgoso su salto que el avión se estrelló a unos 45 metros del árbol que lo salvó.
"Fui un boludo, esto no tendría que haber pasado", esas fueron las palabras de Fernando Vargas mientras aún colgaba de las ramas. Así lo cuenta Roberto Vega, el bombero que lo rescató. "Yo iba para mi casa cuando escuché la explosión, el chico cayó a una cuadra, ya estaba casi en el suelo cuando lo agarré".
En el predio de General Rodríguez, a sólo 100 metros de donde se produjo la explosión, funciona una estación de gas de YPF donde ingresan permanente camiones a cargar combustible.
"Esto podría haber sido mucho peor, el tanque de la avioneta se desprendió y cayó a media cuadra de la destilería", explicó el suboficial Benítez. Más restos fueron hallados a 20 metros de una vivienda".
15 de enero de 2009 (Clarín)
Apareció en el cielo detrás de una inmensa nube negra haciendo remolinos en el aire, se vino en picada y explotó en medio del descampado. El estallido alertó a los bomberos del cuartel de la localidad bonaerense de Ensenada, a 150 metros de la caída. La avioneta, que había partido del Aeródromo de La Plata, ya no tenía ocupantes cuando se estrelló. El piloto, de 19 años, logró tirarse segundos antes del estallido, pero el paracaídas que llevaba no alcanzó a abrirse del todo. Lo salvó un árbol, allí quedó enganchado y siguió cayendo unos 25 metros más. Sólo sufrió la fractura de una vértebra lumbar. En la avioneta también viajaban tres paracaidistas que habían saltado minutos antes. Ninguno resultó herido.
La avioneta, modelo Cessna 180, había partido del aeródromo Tolosa, en La Plata ayer a las 11.55 con tres paracaidistas y el piloto, Fernando Vargas, en uno de los cotidianos vuelos de bautismo que se realizan diariamente en la zona. Diez minutos después, al sobrevolar el Parque General Rodríguez, en Ensenada, luego de que los paracaidistas se arrojaran, Vargas habría detectado un desperfecto en una de las alas de la avioneta y decidió arrojarse.
"Fue un milagro porque quedó colgado de la rama de un Eucalipto, a 25 metros de altura y cayó de a poco amortiguado por el arnés de su paracaídas", relató el suboficial Juan Benítez, uno de los bomberos voluntarios de Ensenada.
Su destino podría haber sido aún más trágico. El joven se lanzó a tan solo 200 metros de altura, una distancia insuficiente para que el paracaídas lograra abrirse por completo. Fue tan riesgoso su salto que el avión se estrelló a unos 45 metros del árbol que lo salvó.
"Fui un boludo, esto no tendría que haber pasado", esas fueron las palabras de Fernando Vargas mientras aún colgaba de las ramas. Así lo cuenta Roberto Vega, el bombero que lo rescató. "Yo iba para mi casa cuando escuché la explosión, el chico cayó a una cuadra, ya estaba casi en el suelo cuando lo agarré".
En el predio de General Rodríguez, a sólo 100 metros de donde se produjo la explosión, funciona una estación de gas de YPF donde ingresan permanente camiones a cargar combustible.
"Esto podría haber sido mucho peor, el tanque de la avioneta se desprendió y cayó a media cuadra de la destilería", explicó el suboficial Benítez. Más restos fueron hallados a 20 metros de una vivienda".
15 de enero de 2009 (Clarín)
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