Como el austríaco Josef Fritzl, un hombre estadounidense mantenía encerrada a su familia. Sólo que en este caso no había secretos: todos eran conscientes de la pesadilla en la que vivían.Raymond Thurmondno dejaba salir a su esposa a sus cuatro hijos –de 9 a 14 años de edad- de la casa rodante en la que habitaban. Ni siquiera los dejaba acercarse a la puerta. Dentro, la vivienda prefabricada estaba infestada de insectos y suciedad. Así mantuvo a su familia desde 2005. El aberrante episodio ocurrió en Lavonia, en el estado norteamericano de Georgia, y la Policía lo descubrió por casualidad: una vecina se extrañó de que la mujer y sus hijos nunca salieran. Para los vecinos, Thurmond era un hombre amable y educado que vivía en una casa rodante. Para su esposa y sus cuatro hijos, era el ogro que sólo los había dejado salir de casa una vez en tres años. Fue durante dos horas cuando su mujer fue con los chicos a ver a sus padres. Thurmond vigilaba lo que su familia comía y les hacía vivir entre basura, chinches y cucarachas . Los niños no iban a la escuela. El padre, cuyos hijos dicen haber visto violando a su madre, no tenía antecedentes. La teniente de Policía Missy Collins señaló que la familia vivía «como en una prisión. Él controlaba todo lo que hacían. Lo supervisaba todo», concluyó. Quizá a la mujer y a los niños ya no les molestaba el terrible olor de su casa. Pero los agentes de Policía que detuvieron al estadounidense al principio se negaron a entrar en la vivienda para proceder a la detención. Sólo uno de los policías aceptó entrar, pero con una máscara que le protegiese. Cuando entró vio miles de cucarachas y chinches entrar y salir de los cajones y las tazas de la cocina. Había comida tirada y los suelos y colchones estaban en malas condiciones por un problema con el agua. Un tirano en casa El hombre se encargaba de todo y dejaba a su mujer encerrada cuando se iba a trabajar a una granja de aves. Ahora Thurmond enfrenta a los cargos de violación y maltrato a menores, pues golpeaba a menudo a sus hijos, incluso con botas de punta de acero . El jefe de Policía Bruce Carlisle explicó que «las víctimas de este tipo creen que no valen nada». Al principio ella describió su matrimonio como maravilloso, y luego empezó volverse loco.
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